El cuerpo herido

Identidades estalladas contemporáneas
Por: David Le Breton
David Le Breton es un investigador sensible que ahonda en la temática del cuerpo desde la dimensión humana. Ubica rápidamente al inicio la dirección de su investigación de este libro enunciando: “La condición humana es una condición corporal”. Esta afirmación nos posiciona en un contexto que Le Breton desarrolla a lo largo de su extensa obra: la importancia del sentido que se le adjudica a esta condición corporal enmarcada en los parámetros de la temporalidad, ya que el cuerpo, y por ende la persona, tiene una innata fragilidad y una duración limitada; y la separación de los otros, marcada por la singularidad del cuerpo y por su aislamiento dentro de los bordes de la piel, aunque puede acceder al tacto y al contacto.
Podemos pensar que los momentos de transición del cuerpo son continuos, porque el cuerpo cambia con los climas, con la edad, con su continua adaptación al medio ambiente, cambiando así nuestras posibilidades vitales y nuestra relación con él.
Pero, -y aquí lo interesante del planteo que hace Le Breton en sus diferentes textos incluidos en este volumen-, es el sentido que otorgamos a los distintos momentos históricos de nuestro cuerpo, a las distintas situaciones de salud o enfermedad, a la apariencia de nuestro cuerpo y a cómo se relaciona con el mundo, lo que puede transformar estos pasajes en sufrimiento o en dolor, en crisis de crecimiento o en mera enfermedad, viviendo al cuerpo como propio e integrado a sí mismo, o como un otro ajeno al que estamos atados a nuestro pesar.
Como enuncia Freud, “lo siniestro aparece cuando lo familiar se vuelve desconocido”, y esta reflexión Le Breton la refiere al cuerpo humano, un cuerpo transformado en una imagen socialmente estandarizada, que cada vez más cotidianamente, no da cuenta de él y de la diversidad que representa. Por eso “el cuerpo es un indicador social”, que muchas veces plantea una grieta entre suceso y sentido, campo que analiza magistralmente Le Breton en este libro para poder pensar el mundo de otra manera.
Del prólogo de Carlos Trosman
Donado por: Anónimo
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